24 de agosto de 2015

La reunión

Hace dos días que recibí una carta y cada vez lo tengo mas claro, no voy a ir a esa cita, no puedo dar un motivo en concreto, puedo dar varios. Para empezar diré que no se fijó a que edad se jubilan los carteros, pero el que me trajo el sobre era demasiado mayor, rondaría los 80 + o - , por otro lado está la dirección del encuentro, he pasado miles de veces por esa calle en concreto y nunca vi un local habitado, solo hay entradas de garajes o almacenes, mas aun, esa calle que viene marcada en la parte de atrás de la citación, en un plano hecho a mano, ni siquiera tiene nombre. Después esta lo de la hora, se me cita a las 12 de la noche y me aconsejan que sea puntual y que compruebe que no me sigue nadie, También me dicen que no comente esta reunión con ninguna persona de mi entorno y mucho menos de fuera de el. Llegue a pensar en mil cosas, primero lo normal, que era una broma, luego una equivocación, mas tarde en una encerrona para venderte un colchón de esos que duermes como Heidi, en una nube y así  estuve dándole vueltas a la cabeza estos dos días, y no encontré nada que me animara a ir. Lo que os dije al principio, todos son motivos suficientes para desconfiar, no hay nada peor que no saber donde te metes, es por eso, que faltan cinco minutos para la hora marcada y ya estoy en la calle sin nombre. Justo a las doce de la noche se abre la puerta de un bajo que yo siempre pensé que era un almacén sin uso desde hacia años, pero está visto que no , al rato se asomo un hombre vestido todo de negro y que rondaba los 90 años, me miró y me llamó por mi nombre, yo asentí con la cabeza y me adentré en el local tal y como el me pedía con gestos moviendo las manos. Una vez dentro me pidió la citación y mi documentación, ¿para que la quiere?, pregunté, para verificar que es usted al que hemos invitado, contestó, le di lo que pedía y entramos. A unos 50 metros nos encontramos con otro hombre que estaba sentado detrás de una mesa, el de la puerta le entrego mi documentación y después de darle dos vueltas ( parecía que estuviera esperando a que los datos no cambiaran entre la primera lectura y la segunda), comenzó a teclear en un ordenador portátil, mientras tecleaba le oí como se quejaba al de la puerta: "joder, cada día los mandan mas jóvenes", al  oír esto el de la puerta con una sonrisa en cara le contestó: "y nosotros cada día mas viejos para estar a estas horas con esto". Una vez terminaron con la comprobación de datos me metieron en una sala donde pude contar hasta 10 personas, cada una sentada detrás de una mesa como en el colegio, en cuanto me senté ya eramos 11 esperando lo que seria una clase magistral sobre la vida. Siento no poder deciros de que se trato allí dentro, pero he firmado una carta de confidencialidad, pero os daré alguna pista. Para empezar os diré que sigo durmiendo encima del colchón que ya tenia, que no me han hecho un seguro que cubre la caída de un meteorito y que la comida la seguimos haciendo en cacerolas y sartenes, En algo mas de dos horas nos abrieron  los ojos sobre un poder que nos a sido entregado, no penséis mal, no podremos volar, pero por que no queremos. Desde esa noche tendremos las respuestas a todas las preguntas y en el caso de ser muy complicadas, tendremos las herramientas para contestar sin decir nada, y en el caso de que alguien quede con dudas solo tendremos que decir lo siguiente "lo se porque yo lo vi", esto bastara para terminar con cualquier duda posible, nadie se atreverá a llevarnos la contraria.  Seremos cómplices de travesuras, refugio del castigo y sobre todo el que machacara con recuerdos al que machaque, en resumen, salimos de la cita clandestina sabiendo que desde ese momento para alguien seremos lo que el quiera que seamos, descendiente de los indios, cazador de dinosaurios, capitán de barco, y así lo que sea necesario en ese momento. Quiero terminar con un recuerdo que tengo de cuando era niño. Un día llegue a casa llorando, alguien me había dicho que los Reyes Magos no existían, cuando se lo conté a mis padres ellos se echaron a reír, y fue mi padre el que dijo "ya nos tardaba el que te enteraras de la verdad", en ese momento me sentí peor de lo que estaba antes de llegar a casa, no se si me disgusto mas, si lo que me dijeron o las risas. Pero de repente se oí una voz desde la cocina que decía "no le mintáis al niño, los reyes existen, y como lo se, porque yo los vi", fui corriendo hacia la cocina me abrace a el y le dije al oído "gracias abuelo".

Para Leo.