25 de enero de 2015

La botella

Después de varias horas dando vueltas en la cama Antonio decidió levantarse. Según el reloj del salón, pasaban varios minutos de las tres de la madrugada, pero aun así decidió encender el ordenador, necesitaba volver a ver el correo. Debía de ser por la hora que era, le dio la impresión que el ordenador se encendía mas rápido que nunca, siempre tardaba alrededor de cinco minutos, pero a el le parecieron segundos, tomo aire y abrió el correo. Lo leyó una vez mas, y se podría decir sin miedo a equivocarse que en las ultimas diez horas lo había leído por lo menos unas cien veces, pero aun así no era capaz de asimilar que fuera a el al que le tocara recibir ese correo y creyó que era el momento de analizar su contenido. Lo primero dudar de este, no creo que tengan datos suficientes para esta comunicación, pensó mientras comenzaba con una búsqueda estúpida, ¿Cuántos tendrán mis mismos apellidos en mi ciudad?, lo dicho estúpida, ninguno a cinco km2. Continuó con las dudas sobre sus hábitos de vida, ¿y si no hubiese comido aquello? ¿y si bebiera mas agua? ¿y si hiciera mas deporte?, y como estas preguntas unas 20 mas. Llevaría ya unos 40 minutos sentado frente a la pantalla, cuando sin querer desvió la mirada hacia el mueble de la entrada, sobre el se encontraban las llaves junto a una botella, que por cierto, seria por la falta de luz, pero parecía que contenía menos liquido que la noche anterior antes de acostarse, pero no le dio mas importancia y continuó con sus dudas. Siempre fue muy de izquierdas, pero hasta el mas tonto entendería que no por ser de derechas te librarías de ese correo, y aunque así fuera, ya era tarde para cambiar de chaqueta. Llego el momento de poner en duda la fe, bueno mas bien la falta de ella, pero un ruido lo distrajo de sus pensamientos, debió de ser el vecino, y fue en ese momento cuando su mirada se volvió a cruzar con la botella, seria el ángulo de visión, pero la vio medio vacía, y volvió la vista al correo. Después de las dudas llego el momento del cabreo, ¿porque ese correo a mi? ¿acaso no hay cabrones suficientes en este mundo para mandarle esto? ¿que pasa con los maltratadores, pederastas, terroristas, asesinos, vamos los denominados hijos de puta?, siguió con preguntas de este tipo hasta que un rayo de sol le dio en la cara. Ya se estaba haciendo de día, pero el decidió parar el tiempo usando una técnica que usan los niños pequeños, cuando se quieren esconder se tapan con las manos los ojos, conclusión, si no te veo yo, tu no me puedes ver, y cerró la persiana, si no veo amanecer la mañana no llega. Ahora el ángulo era bueno, la luz perfecta, y ya no tuvo dudas, la botella se vaciaba cada vez mas, bajo la cabeza resignado y vio una moneda en el suelo, la cogió y se puso a frotarla con los dedos como hacen los ciegos para distinguir su valor, el que lo viera podría decir que parecía que había encontrado una lámpara mágica y frotaba para que saliera el genio, pero no, frotando se acordó de algo. Hace años en un palacio llamado "moneda", un presidente empuñando una pistola, luchó contra los aviones del ejercito golpista que quería destruirlo. Dejó la moneda en el mueble de la sala, justo al lado de un puro habano que era el recuerdo de alguna boda, pero no recordó la boda, recordó al hombre que dijo "prefiero morir de pie que vivir arrodillado". Giró la cabeza y se topó con un cenicero que tenia pintado el escudo de un equipo de fútbol, del cual el era seguidor, y recordó el día que fueron como comparsa a una final, al día siguiente se llamo "el centenariazo". Justo al lado se encontraba un pequeño frasco con arena en su interior, era un recuerdo de una playa de la Costa Brava, zona que para el era como su segundo hogar, y recordó una foto, en ella salia un Saharaui en cuclillas sobre una duna, en la mano derecha apretaba un puñado de arena, no mucha mas de la que el tenia en casa, y en la izquierda un AK47, abajo de la foto ponía "si quieres lo de una mano me tendrás que sacar de mi mano muerta lo de la otra", esta ultima frase la recordó mientras abría la persiana, dándole permiso a entrar en su casa al nuevo día. Camino de la habitación donde tenia la ropa que se iba a poner hoy, su mirada se volvió a cruzar con la botella, y seria por que el sol ya iluminaba la casa, pero le dio la impresión que contenía mas liquido que la ultima vez que la vio, siguió su camino sin darle mas importancia. Se vistió para acudir a la cita que le mandaba el correo, primero pensó en su mejor camisa, pero luego se decidió por la mas cómoda, se vistió y se preparo para salir a la calle, cogió las llaves y su botella, echo mano al cerrojo y antes de girarlo pensó, lo que tenga que ser será, giró la mano y abrió la puerta, y recordó otra frase, "No se vive celebrando victorias sino superando derrotas" (Che Guevara). En ese momento supo que la botella siempre estaría medio llena.
Quisiera acabar este relato con una conversación que transcurrió en la sala del hospital donde se administra la quimioterapia. Era el primer día de Antonio y la verdad estaba un poquito acojonado, pero la gente que trabaja allí en pocos minutos lo hizo sentirse cómodo y querido, al rato una celadora lo dirigió al sillón donde le administrarían la medicación, por cierto, guapísima la chica, bueno a lo que vamos, justo en el sillón de al lado estaba Fernando, un hombre ya mayor pero bien conservado, y muy elegante, todo hay que decirlo. Antonio se sentó y para romper el hielo le pregunto a Fernando, que estaba ya conectado a la medicación y leyendo un libro, ¿y que, mucho tiempo por aquí?, dos años contesto Fernando sin levantar la mirada del libro, ¿dos años? pregunto Antonio asustado, ¿dos años y aun no acabaste con el bicho?, siguió preguntando Antonio, en ese momento Fernando levanto la cabeza, lo miro fijamente y le dijo, "No, en dos años el aun no ha acabado conmigo".


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