28 de diciembre de 2014

7 estrellas

Hacia mucho tiempo que llevábamos intentando tener este encuentro, pero cada vez que estábamos cerca de conseguirlo surgía algo que lo impedía. Al principio fue el trabajo, luego los niños, mas tarde el poco tiempo libre, después los años que se nos echan encima y te quitan ganas de trasnochar, pero después de casi 20 años ya no quedaban disculpas, un día por teléfono lo decidimos, ahora o nunca. En cuanto nos vimos surgieron las primeras dudas, ¿llegara con un hola? ¿o sera mas cordial que nos estrechemos las manos?, pues nada de eso, los dos con una coordinación casi perfecta nos abalanzamos el uno al otro para darnos un abrazo, un abrazo de hermanos que hace mucho que no se ven, un abrazo de lo que fuimos, unos auténticos hermanos de sangre durante nuestros años de locura. Nos pedimos unas cervezas y comenzamos a intercambiar vivencias de estos años que llevábamos sin vernos, lo primero fue el estado actual y así iríamos retrocediendo hasta la ultima vez que nos sentamos delante de una cerveza. Estábamos con la bodas de amigos cuando pedimos la segunda cerveza, hablamos de bodas que al día de hoy ya son separaciones, recordamos el día que nos escapamos de una de ellas para ir a tomar algo a 150 km del restaurante, menuda noche aquella, bueno noche y mañana y tarde del día siguiente, que risas. Estábamos ya con los hijos cuando pedimos la tercera, parecía mentira pero los que eran bebes ahora ya acabaron una carrera, incluso alguno de esos pequeños ya eran padres, el tiempo pasa y pasa muy rápido. Llego quizás el momento mas duro de la noche, el momento de recordar a los caídos, llego un momento que parecía como cuando pasan lista en una clase, pero en este caso cada vez que nombrábamos a un caído decíamos como niños de un coro, presente, ellos siempre vivirán en nuestras memorias, y eso se merece otra cervecita. En cuanto acabamos de pasar lista comenzamos con las travesuras que hicimos de niños, desde el día que rompimos un cristal, hasta el día que en casa de un amigo estuvimos mas de una hora cambiando vinilos de una carpeta a otra, que risa cuando quisiera escuchar a Deep Purple y pusiera un disco de Serrat, eran cosas muy inocentes, pero graciosas, aunque con los años fuimos subiendo escalones. Unos vecinos hicieron un tipo caseta en un descampado cercano a nuestro barrio, en ella se reunían para leer tebeos o jugar a las cartas, vamos que montaron la sede de un club privado, pero nosotros podíamos hacer una mejor, bueno esa fue la idea, pero una vez terminada, una vez terminada, como decirlo, una noche quemamos la de los vecinos, ahora la nuestra ya era la mejor, otra cerveza que las risas nos secan la boca. Y así fuimos pasando de un tema a otro, de un recuerdo al siguiente y cada vez se acercaba mas el momento en que esos casi 20 años no existieran y nos volveríamos a contar las cosas que nos ocurren en realidad, y por supuesto sin tapujos ni censura. Pedimos la sexta cuando comenzó a sincerarse, el trabajo va mal, bueno en realidad muy mal, hace tres meses que no cobro, mi mujer se fue con sus padres, yo no quería pero los niños tienen que comer todos los días, mis suegros me echan la culpa y por eso tengo que ver a mis hijos en un parque,me escondo detrás de uno arboles como un asqueroso pederasta de mierda, el banco me sigue como un buitre, no se que hacer, pensé en suicidarme, pero si lo hago el seguro no paga nada, por eso decidí aceptar tu invitación, tu me puedes ayudar, tu sabes como hacerlo, te necesito. No dije nada, me acerque a la barra del bar y pedí la que seria la cerveza numero siete, aun no había llegado a beber la mitad cuando volví a la mesa, lo haremos, dije, pero en otros 20 años no quiero saber nada de ti, de acuerdo, de acuerdo y gracias, contesto el. Fue durante esa estrella cuando decidimos atracar un banco. Quedamos a la mañana siguiente para ultimar detalles, pero esa es otra historia.


14 de diciembre de 2014

19 Minutos

Parece mentira que para las fechas en las que estamos haga tanto frió, pero bueno pronto vendrá el verano; tampoco sé por qué elegimos los días con números impares para hablar por teléfono. Faltan diez minutos para las ocho y en este parque ya casi es de noche. Recuerdo el día en el que le dije que en el hostal no tenía cobertura. Que tiempos hace años cuando dormía en  hoteles y todas  las semanas llegaba a casa con mi botín de gel y champú. Hoy no puedo decirle que comparto cuarto con tres extraños, y que el gel que utilizo en el baño del pasillo de la pensión, lo guardo en una taquilla con candado. Como voy a contarle que todos los días dejo unas monedas sobre la mesilla para que no me roben la ropa del armario los que limpian la habitación. Tengo que tener más  cuidado, el otro día casi me pilla con lo del idioma.
- ¿Ya dominas alguna palabra? me preguntó, conteste que sí, pero no es cierto, hace días que perdí el interés por aprender ese idioma. Antes un compañero me hacía de traductor, pero un mediodía le pedí que no quería me tradujera nada más después de la discusión con un instalador. Comenzábamos a comer en el comedor comunitario de la obra, cuando de repente uno tipo se acercó a nosotros y señalándome con el dedo se puso a vociferar como un loco, cuando por fin se calmó le pedí a mi compañero que me tradujera: 
- Dice que le hacías gestos con las manos y te reías de él, que la próxima vez te las corta. 
- Dile que perdone, que me entendió mal, Yo estaba vaciando material de un palet cuando me fije que él lo estaba instalando al revés y en esa posición el material pierde todas sus propiedades.
- ¿Y tú como lo sabes? me preguntó mi compañero, 
- porque durante 20 años yo enseñaba a trabajar a gente como él , le conteste; Pero de eso ya hace mucho tiempo. 
Mejor esto no se lo cuento en la llamada, aunque "no hay mal que por bien no venga”, un vecino de la pensión está aprendiendo Español por mi culpa, el otro día cuando nos cruzamos me dijo:
- español de mierda , y ayer algo de poner una valla en los Pirineos, la pronunciación no era muy buena, pero lo importante es la intención. 
Por fin, aquí está la llamada, respiro hondo y al toro:
- Hola cariño, aquí todo bien, si seguro que no miento. Me han dicho que a lo mejor me cambian el contrato de obra por otro de tres meses, no, dinero el mismo pero ahora es con seguro, vamos que en unos meses hasta me empadrono aquí, ya, ya sé que me echáis de menos pero necesitamos este trabajo, besos y cuelga que ya casi van 19 minutos y sabes que no podemos pagar otra tarifa, si yo también te quiero.
Creo que hoy la llamada me salió de nota.